Jugando a las Escondidas

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-Bla bla bla blablabla~ ¡si! ¡si! ¡ya capte!-
Iba a decir algo mas pero solo lo vio elevar la mano señalándola, aquello era uno de esos "hechizos" que los shinigamis usaban, nunca lo había visto pero sin duda había escuchado de ellos y cuando el dedo del capitán comenzó a brillar en tonos blanquecinos la chica de cabellera anaranjada se tapó el rostro con los brazos, un impulso muy humano de protección mas cuando abrió los ojos notó a su Zapmakutoh suspendida delante de ella protegiéndola, por fin había salido, por mas que quiso contener las ansias de esta de salir a batalla ya no pudo esperar mas, su otro yo estaba delante esperando se empuñada...
-¡Cristal!-
Dijo como si su arma tuviera mente propia, no tardó en tomarla, sus cristales aunado el impacto de la técnica del cegador dejaron destellos luminosos en todo el callejón haciendo de aquel sitio tan común un espectáculo hermoso.
Pronto entendió Iroha que el momento de jugar ya se había terminado, aunque no pudiera notar la mirada del cegador ya sabía por sus palabras que ya estaba en terreno blando, era hora de contrarrestar la situación...
-Mmm... ya decía yo que pronto tendría mi primer pelea contra un shinigami-
Su presencia desapareció en un sonido dejando una estela anaranjada en el lugar donde se encontraba, terminó posicionada en los tejados a unos 2 o 3 casas de donde estaba previamente dejando que el viento del lugar le meciera la cabellera, con fuerza empuñaba su arma esperando que el viniera; era cosa de tiempo ya que su firme propósito ya lo había dejado claro, Iroha era para el la peor bestia que podía existir, lo mismo que pensaba ella de el...
Esperó entonces, su energía no fluctuaba de manera violenta, solo esperaba dejando que su aura de tono naranja dejara en claro su posición en el Rukongai.

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Rasgándose los cielos con un inmenso hueco oscuro, como si la realidad misma se rompiera ante los ojos de los presentantes, dejando ver las atrocidades de un mundo donde solo existe la oscuridad y la razón había sido sustituida por la demencia, por el instinto asesino de consumirlo todo. Chillando y aullando un sin fin de enormes criaturas abismales sin corazón y la mirada vacía fija en la nada reclamaban a sus hermanos de vuelta a su lúgubre hogar, los esbirros infernales demandaban a los portadores de la perdición que vendrían en los tiempos mas desesperados a concluir lo que se había desatado.

Un gran as de sombría energía se precipito de lo alto, desde aquel portal, silbando al cortar el viento y rugiendo al destrozar los cimientos de la tierra al impactar y rodear a la Espada con el propósito de arrastrarla de vuelta a Hueco Mundo, augurando su regreso y la llegada de la noche mas oscura del mundo espiritual.

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Raudos acontecimientos sucedieron repentinamente sin darle mucho tiempo de actuar mas no todo tenía porque terminar aquí. Primeramente el joven shinigami aún duro de carácter la trataba intentando echarla de su mundo y esto generó un suspiro por parte de la espada que le miraba a través de los cristales de su zampakutoh completamente trasparente. Ya dispuesta a hacer algo la chica notó como en el cielo una energía comenzaba a hacer presión sobre ella...
-Ay no...-
Dijo quejándose cuando su zampakutoh desapareció en cientos de diminutos cristales que se esparcieron alrededor de cuerpo rodeándola para luego penetrar en este y desaparecer. Justamente iba a abrir la boca notó la presencia de su compañera, se notaban los efectos de la batalla en ella así que entendió que era momento de partir pero claro las cosas no se quedarían de este modo.
La chica se dejó llevar por energía en un sonido característico de su gente y se acercó al capitán al que le depositó un beso sorpresivo en le mejilla para luego despedirse con una sonrisa...
-Bye Bye Shinigami uraño-
Le dijo dejando que su entera humanidad fuera absorbida por aquella energía no sin antes estirar la mano hacia su compañera para irse con ella de la mano.

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