Meditando
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Meditando
Abandonó la sala de reuniones algo más confundida de lo normal, muchas cosas que ordenar en su mente. Por extraño que parezca, esta vez llegó con suma facilidad afuera del castillo, tal vez su poca orientación se vio completamente anulada por la imperiosa necesidad de salir de ese sitio. Atravesaba los níveos pasillos con un cierto dejo de horror, se sentía tan afectada puesto que parecía que cada vez más, aquel blanco color se apoderaba de su mente, invadiendo penetrando hasta lo más profundo impidiéndole pensar con la claridad que necesitaba. Huyó presa del pánico, creyendo con vehemencia que ese tono la haría perder la cordura. Caminó a paso rápido, ya que el al correr le sería más fácil perder el equilibrio. Atravesó las grandes puertas, respirando con alivio el frío aire del desierto. En verdad eso calmó un poco sus sentimientos.
A lo lejos, divisó la punta de una roca que se erguía sobre las blancas arenas, instalándose a una velocidad sorprendente sobre ésta, depositando con suavidad la totalidad de su cuerpo, para quedar completamente estirada sobre la lisa superficie. Sus pensamientos cesaron de presionar su mente, quedando en un estado de relativo relajo, justo como ella lo deseaba para ordenarlos. Sujetó sus sienes con ambas manos mientras cerraba sus ojos, dispuesta a meditar. Tenía tantas preguntas, tantas como las respuestas que no tenía. ¿Cómo fue que todo sucedió tan rápido? Hueco Mundo cambió completamente y ella sin enterarse, todos lo aceptaron como transitorio, pero ella; ella tal vez no. Restregó suavemente su mano sobre su frente, abriendo algunos instantes sus grandes ojos, los que resplandecieron al reflejar la luz de la luna creciente que se situaba arriba de ella. Levantó su mano simulando querer alcanzarla, deteniéndose a observar sus pequeñas y delicadas palmas, las observó como lo que eran, suyas. Todo le parecía tan efímero, el conjunto iba y venía, pero ella quizás no... ¿o sí?
No lo había pensado, en treinta años ella también varió demasiado. Pasó de ser una niña boba y atolondrada; una pequeña fracción al resguardo de su Espada, a una suerte de mujer, echa y derecha que ya ostentaba el número de primer espada. De todas formas con el trascurrir del tiempo y la experiencia se hizo más madura, mas continuaba siendo boba, eso no se lo negaría a nadie. Sonrió tranquila, al verse algo repuesta de la impresión sufrida. Volvió a recostarse ¿Qué le sucedió a Lunsui?,¿ por qué lo abandonó todo cuando más lo necesitaba su mundo?. Un cierto grado de rencor traspasó todo su ser. Ella había jurado recuperar al antiguo Espada que alguna vez fue, pero ya era más que imposible, había muerto, y aunque regresase su lugar estaba ocupado por alguien, que en una de esas es mucho más fuerte de lo que él fue, o de lo que podría llegar a haber sido.
Además, ahora ella misma era mucho más fuerte, no sabía por qué se preocupaba de eso. Nunca dejaría de agradecerle por haberla salvado, pero ya era hora de dar vuelta la página. Nuevamente enderezó su torso, desenvainando su brillante katana en el mismo acto. La inspeccionó frotando su mano por toda el filo, hasta la punta. La sesshouseki brilló con fuerza, liberando un rojo fulgurante que casi la dejó ciega por algunos momentos. Por suerte esta vez su alterego no abandonó la espada para tomar posesión de su cuerpo. La guardó en su funda, y con un salto se bajó de su "asiento".
-Ara.. ara~- Se quejo estirando sus brazos hacia arriba, y torciendo su torso en diversas posiciones. Tenía alguans cosas que hablar con el Espectro, pero para variar éste y su reiatsu estaban desaparecidos. Esa era otra interrogante ¿Qué era en realidad un Espectro? Meses nombrándolo el término y ni siquiera conoce su verdadera connotación. Abrió una diminuta garganta, ingresando, sin saber hacia donde la llevaría el destino.
A lo lejos, divisó la punta de una roca que se erguía sobre las blancas arenas, instalándose a una velocidad sorprendente sobre ésta, depositando con suavidad la totalidad de su cuerpo, para quedar completamente estirada sobre la lisa superficie. Sus pensamientos cesaron de presionar su mente, quedando en un estado de relativo relajo, justo como ella lo deseaba para ordenarlos. Sujetó sus sienes con ambas manos mientras cerraba sus ojos, dispuesta a meditar. Tenía tantas preguntas, tantas como las respuestas que no tenía. ¿Cómo fue que todo sucedió tan rápido? Hueco Mundo cambió completamente y ella sin enterarse, todos lo aceptaron como transitorio, pero ella; ella tal vez no. Restregó suavemente su mano sobre su frente, abriendo algunos instantes sus grandes ojos, los que resplandecieron al reflejar la luz de la luna creciente que se situaba arriba de ella. Levantó su mano simulando querer alcanzarla, deteniéndose a observar sus pequeñas y delicadas palmas, las observó como lo que eran, suyas. Todo le parecía tan efímero, el conjunto iba y venía, pero ella quizás no... ¿o sí?
No lo había pensado, en treinta años ella también varió demasiado. Pasó de ser una niña boba y atolondrada; una pequeña fracción al resguardo de su Espada, a una suerte de mujer, echa y derecha que ya ostentaba el número de primer espada. De todas formas con el trascurrir del tiempo y la experiencia se hizo más madura, mas continuaba siendo boba, eso no se lo negaría a nadie. Sonrió tranquila, al verse algo repuesta de la impresión sufrida. Volvió a recostarse ¿Qué le sucedió a Lunsui?,¿ por qué lo abandonó todo cuando más lo necesitaba su mundo?. Un cierto grado de rencor traspasó todo su ser. Ella había jurado recuperar al antiguo Espada que alguna vez fue, pero ya era más que imposible, había muerto, y aunque regresase su lugar estaba ocupado por alguien, que en una de esas es mucho más fuerte de lo que él fue, o de lo que podría llegar a haber sido.
Además, ahora ella misma era mucho más fuerte, no sabía por qué se preocupaba de eso. Nunca dejaría de agradecerle por haberla salvado, pero ya era hora de dar vuelta la página. Nuevamente enderezó su torso, desenvainando su brillante katana en el mismo acto. La inspeccionó frotando su mano por toda el filo, hasta la punta. La sesshouseki brilló con fuerza, liberando un rojo fulgurante que casi la dejó ciega por algunos momentos. Por suerte esta vez su alterego no abandonó la espada para tomar posesión de su cuerpo. La guardó en su funda, y con un salto se bajó de su "asiento".
-Ara.. ara~- Se quejo estirando sus brazos hacia arriba, y torciendo su torso en diversas posiciones. Tenía alguans cosas que hablar con el Espectro, pero para variar éste y su reiatsu estaban desaparecidos. Esa era otra interrogante ¿Qué era en realidad un Espectro? Meses nombrándolo el término y ni siquiera conoce su verdadera connotación. Abrió una diminuta garganta, ingresando, sin saber hacia donde la llevaría el destino.
Rei miyamoto- Mensajes : 98
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